Tras un largo camino que la devuelve, hace siete años con 34, desde Almería a su ciudad natal, Ronda, Ana Becerra, compagina varias actividades, todas relacionadas con la fotografía, la creatividad y las artes visuales. Además, imparte talleres y ponencias sobre creatividad y fotografía. A eso le sumamos el desarrollo de proyectos como gestora cultural para empresas, organizaciones y artistas que necesitan una dirección creativa de sus espacios, dinámicas, eventos o rutinas de trabajo y en este último apartado de su vida está realizando trabajos sobre la Memoria Histórica.
Es rotunda y certera, sabe lo que quiere y se nota. Asegura que nada se consigue sin trabajo. Trabajo, trabajo y trabajo. Constancia y esfuerzo. No cree en la suerte, claro, “porque nadie me ha regalado nada”. En su página web ( www.anabecerra.com ) podemos leer “Planté mi propio Jardín en lugar de esperar que alguien me traiga flores” y parece tras hablar con ella que esta frase la define. A ella, y a todas esas mujeres que deciden lanzarse a la aventura de emprender.
“En la vida, lo único que genera éxito es el sacrificio del tiempo y eso se traduce en constancia”
Un día y tras un pequeño bloqueo Ana decidió empezar de nuevo y dedicarse a lo que realmente la hacía vibrar: la fotografía. Pero de una manera más artística, moviéndose entre el pensamiento creativo, divergente… trabajando con moda, artistas, docencia… No hay nombre concreto para definir lo que hace pero está claro que es una artista visual que además se dedica a la gestión cultural.
“Cuando tenemos claro lo que somos, hay que atreverse a serlo”
Ana responde a la entrevista mientras ella está en Madrid porque está colaborando con una agencia de publicidad… pero llegó a la capital directamente de Cuevas del Becerro. Allí realizó un proyecto donde hizo, junto con su compañero, murales de 100 metros cuadrados sobre fachadas de la localidad para homenajear a la figura de la mujer rural.
Ana es consciente de la importancia de reivindicar la memoria, especialmente la de las mujeres y habla orgullosa de su trabajo de recuperación de archivos visuales, incluso sonoros, de los pueblos en los que ha trabajado. Está enamorada de su trabajo y “tienes que estarlo porque teniendo en cuenta todo el tiempo que le dedicas, tienes que amarlo.”
Tiene una interesante visión de la individualidad e independencia del artista. Todos somos diferentes y albergamos muchos sentimientos dentro de nuestro ser. “No hay que rechazar nada, como artista, utilizo todos mis sentimientos para crear. Incluso los que se consideran negativos. Se puede crear desde el miedo mismo a crear”. Ana insiste en que hay que trabajar para que se tenga en consideración el gran impacto que el arte puede causar en la educación, en la sociedad y en uno mismo.
“A nivel fotográfico no hay una conservación real de fotografía en el archivo histórico de las ciudades. Hay que luchar por eso. En un momento en el que vivimos tan rápido, si no rescatamos lo que ya hay, esas imágenes van a desaparecer”
Hay que conectar con nuestra realidad, dice Ana, hay que ser sensatos y tener la valentía de contestar a ciertas preguntas que ineludiblemente nos hacemos porque nuestro cuerpo y nuestra mente saben perfectamente cuando las cosas fluyen y cuando no. Aquí no ha acabado nada, estamos en constante movimiento y eso Ana lo tiene claro. Sigue formándose, esta vez en museología para poder seguir abarcando más a nivel cultural. En su futuro artístico contempla seguir hablando del pasado: las sin sombrero, el cenachero, el mítico boquerón de Málaga. Quedan muchas cosas por rescatar, por fotografiar, por contar…y Ana estará allí, cámara en ristre, para contarlo a su manera.