Hoy es el día de la Mujer Rural y no puede haber mejor ocasión para conocer a una mujer como Ani. No la ha parado nada y podríamos decir que ha hecho de todo, desde trabajar en el campo, pues proviene de una familia de agricultores, a montar una asociación de vecinos en Fuentesaúco de donde es oriunda, a ser la primera alcaldesa pedánea de Ronda elegida democráticamente.
Sin haber tenido formación específica en feminismo o igualdad, siempre vio la sombra de la desigualdad rondando su camino y tampoco tuvo miedo de plantarle cara ya fuera en el ámbito doméstico ya fuera en la cooperativa, porque Ani sabe que se puede discriminar bajo el manto de la igualdad.
Actualmente y entre otras cosas, Ani está al frente de LA FANEGA, un proyecto en el que su vida personal y profesional se unen para llevar a cabo el sueño de una autónoma que decidió que su meta en la vida era hacer realidad los sueños de las personas más vulnerables.
Cuando Ani tuvo su primer contacto con los cuidados, fue ayudando a dos personas mayores. Para ella fue muy significativo porque pudo descubrir la fragilidad real de las personas dependientes. Supo entonces que lo que le gustaba era cuidar, cuidar en los momentos más frágiles de la vida. Está en contra de los cuidados que se ofrecen hoy en día porque parece que las personas que se encuentran en ese punto están esperando a la muerte. Ella quiere acompañar, encontrar la historia de vida de esa persona, ella no quiere que estas personas esperen, ella quiere que sigan viviendo.
“Ser mujer rural es mirar atrás. No puedo olvidar a todas las mujeres que estuvieron antes que yo. No es casual que yo siga donde sigo, hay una fuerza que se nos han transmitido durante muchas generaciones. Hoy ser mujer rural es una opción pero antes no lo era.”
Se ha preparado para cuidar y saber dejar ir y durante mucho tiempo se ha dedicado a formar a cuidadoras en esa forma de trabajar, es decir desde la calma, desde la emoción, desde la vinculación con el territorio. No se trata de abarcar mucho, y es cierto que cree tanto en lo micro que se ha hecho familia de acogida profesional, porque ella eso le permite dirigir su historia de vida a lo que quiere: cambiar la vida de las personas. Su vida y la vida de La Fanega están totalmente unidas. Hoy en su casa viven tres personas mayores de edad con discapacidad intelectual y en breve se incorporará el primer menor de edad.
“si solo consigo ayudar a una mujer con discapacidad a abrirse paso en el mundo laboral, ya habrá merecido la pena”
Como mujer valiente y luchadora que es habla sin pudor de la falsedad que se esconde bajo esos eslóganes sobre el emprendimiento rural. Es muy consciente de que muchas empresas rurales no pueden acceder ni a la línea de salida de la mayoría de las licitaciones públicas.
En estos momentos, La Fanega Social ofrece una orientación sociolaboral con acompañamiento, seguimiento verdadero a sus usuarios y usuarias y como cooperativa de Integración social (la segunda en la provincia de Málaga) está llevando un proyecto de acercamiento al sector agrícola y ganadero. Han puesto en marcha un proyecto de investigación en el sector ganadero dirigido a mujeres jóvenes con discapacidad intelectual y están haciendo un acercamiento y una formación a las próximas pastoras en las serranía de Ronda…“pero esto requiere un acompañamiento total así que la primera pastora tendré que ser yo”.
Como he dicho antes Ani no le teme a nada.