Con 18 años y muchas ganas de descubrir el mundo, Maite se fue a Córdoba y luego a Málaga para estudiar la carrera. Pensaba entonces que sus posibilidades de desarrollo se encontraban mucho más allá de su pueblo.
Dio sus primeros pasos como veterinaria en varias ciudades costeras. Así se fue formando, hasta llegar a ser madre, lo que le dio nuevas perspectivas y ganas de reorganizar su vida.
Es entonces cuando decidió cambiar de modelo de trabajo y horario para poder desarrollarse personalmente y profesionalmente sin perder de vista su pasión por los animales. Hizo varios cursos en Madrid que le permitieron especializarse en cardiología y diagnóstico por imagen.
Es cuando decidió volver a vivir a Ronda, donde faltaban servicios especializados en este campo. Por lo que identificó el nicho de mercado y decidió proponer sus servicios especializados en la zona, siendo ella la que se desplazaría a las distintas clínicas veterinarias, evitando así a los clientes tener que viajar a Málaga para cualquier tratamiento cardiológico o diagnóstico por imagen de sus animales.
Por supuesto al principio tuvo que hacerse un nombre, crear una marca y convencer a sus compañeros y compañeras veterinarias que no venía a competir con ellos después de 20 años fuera, sino que su propuesta era distinta y complementaria. Maite se para a pensar un momento. Fue un trabajo progresivo y lento pero acabó siendo muy positivo.
Para poder desarrollar su proyecto, obtuvo ayuda del CADE, y entró luego en contacto con APYMER. Así es como empezó a descubrirse otra pasión: el mundo asociativo relacionado con el empresariado.
“Juntos somos más fuerte, y eso mucho más en los territorios rurales, donde tenemos menos acceso a todo”
Le abrió todo un mundo de posibilidades. Evidentemente participar e implicarse lleva tiempo, pero Maite lo tiene muy claro “desde el sofá de casa, todos nos quejamos”. Al final, a pesar de tener otras obligaciones familiares, laborales, personales, los y las emprendedoras también necesitan constituirse como colectivo para ser capaces de representar, dar voz y transmitir información, además de competencias.
“Yo quería cambiar la asociación desde dentro. Si solo eres una socia, las líneas de actuaciones te van a venir dadas. Al estar dentro de la junta, se puede proponer formación en género, intervenir en igualdad ….”
Siguiendo sus convicciones entró en la junta de APYMER, una asociación de 40 años de existencia, donde Maite tenía la firme intención de aportar una perspectiva renovada sobre igualdad de género en el ámbito empresarial. Una tarea importante que considera imprescindible para permitir a las empresas desarrollarse e incluso llegar a ser más rentables. Acercar el concepto de igualdad al concepto de rentabilidad es primordial. Pero sus tareas de sensibilización van más allá y nos cuenta cómo desarrolla una multitud de acciones relacionadas con la igualdad de género y dirigidas principalmente a mujeres empresarias.
Hoy en día es vicepresidenta de la asociación, una victoria que no se atribuye sólo a sí misma, sino que refleja la asimilación de una nueva percepción de la igualdad de género dentro del ámbito empresarial en la zona.
“Aceptar ser vice presidenta para mi era también reafirmar que las mujeres empresarias existimos.”
Hablando de conciliación… cómo emprendedora, vicepresidenta, y persona apasionada por todo lo que hace, Maite se ríe antes de explicarnos las estratagemas que emplea al día día. Esta vez nos habla la madre también . Una madre empresaria y mujer comprometida que nos revela cómo maneja el tiempo organizando todo al milímetro con la imprescindible complicidad de su compañero de vida y de sus niños. Para Maite, la conciliación se puede alcanzar con la implicación de todos y todas por igual. Una tarea difícil que pasa también por un trabajo introspectivo de exculpación.
Su mensaje: “Tienes que ser feliz haciendo lo que haces. Eso es fundamental”